1 may 2009

Sibila y yo

Él tiene el torso frío, la mirada fija, la cabeza elevada, las piernas rectas y el culo perfectamente redondo y musculado que oculta bajo las ropas. Ella sentada sobre una piedra y descalza admira el paseo del auriga y no puede concentrarse. Debe hacerlo sin sonreir, muchos pasan por allí sin verla aunque sienten su presencia, fotografían el arco, la pilastra y a la pitia en Delfos: Sibila.
Claro que mi nombre es real, fui a buscarlo a la tierra de los dioses con minúscula y a descubrir lugares a los que llevarte. Iremos a Galaxidi e invitaré yo en el Albatros, te cenaré debajo de una luz tenue.
Tengo de Sibila lo que tú imaginas, ahora mejor que antes sabes quién soy por dentro.
Sibila