8 nov 2010

Cenote mexicano

Cuando la voluntad abandona la mente, el placer del cuerpo gana. Sólo entonces los dedos se hacen sabios para recorrer la cara interna de los muslos, los escalofríos tiemblan y queman los espasmos fugaces.
Un tono de voz susurra, el otro da órdenes que son cumplidas en un suave movimiento. El sendero caminado con la punta de la lengua es deshecho a lametones. La lengua se sumerge en un cenote húmedo.



Sibila