23 may 2010

Café

Todos los días veo tus ventanas, cerradas, ya no estás ni estamos dentro. Las vistas desde tu habitación eran horribles pero la cama la hicimos tan confortable que echo de menos el desayuno sobre ella. Quiero tu café.


¿Me lo prepararías si me planto un día a la puerta de tu casa?, ahora estás más delgada y creo que me volviste la cara para no coincidir en la calle. De esto hace varios meses, y desde entonces tu imagen sigue fija en mi retina.
Las ondas de tu cuerpo, tu perfil, tus jerséis de pico que te hacían un escote, para lamerte. La calidez de tu piel, el pelo fuerte y oscuro enredado en mis dedos, tu perfecto culo a la puerta del frigorífico, el yogur con miel, la miel en mi boca, el yogur en tu ombligo. Así cada mañana bajo tu ventana y yo sin desayunar al trabajo.
Sibila