28 feb 2010

Cena ibérica

En una de mis concurridas cenas: tu pie sobre el mío, mi tacón en tu pierna, después la puntera de mi zapato casi asomaba a la vista de los comensales. Me quité el zapato para sentir sin obstáculos el ibérico manchego habitante de tu pantalón.


Se acabó el pan en la mesa y fuiste a la cocina a cortar más, yo servía las cintas con crema en una fuente. Tu baguette apoyada en mi culo estaba caliente y tersa, casi se podía escuchar el crujido de los botones intentando reventar. Después hubo otra excusa para regresar al frigorífico, olías fuerte como el queso, con sabor intenso a pescado. Yo llevaba el vino con aguja, lo compro siempre para ver ascender las burbujas, como la gaseosa sentía mi interior en ese momento.
Volviste por la olvidadiza chaqueta y fue una lástima tener que sustituir mi vibrador por tu furia enérgica. La mesa aún tenía el mantel con las manchas de vino habituales de las cenas y envoltorios arrugados de bombones.
Hacía tiempo que no me comían un bombón de mis labios.



Sibila