30 dic 2011

Uno, dos y tros

Intuyo que ahora en la pareja somos tres: ella, su lucha interna y yo. Su lucha interna es un varón, claro, potente en todos los sentidos y cuyo recuerdo no la suelta.
Recuerdo a JV que jugaba a dejarme a medias y yo a extasiarle a él. Muchas veces se despertaba acalorado, no era necesario saber cuántos grados había fuera del cuadrilátero de las sábanas, en el ring mis piernas se pegaban sudadas con su mano entre ellas, mis pezones apuntando a la luna, mí línea púbica fina, su sexo al lado reponiendo fuerzas para el siguiente asalto.
A la mañana siguiente él bruncheaba un steak-tartare y yo tomate fresco, de acompañamiento wine and gin-tonic.
La siesta abrasaba de nuevo, mi ingle quedaba carbonizada con el roce de su perilla en mis labios. Más el dolor gustoso dejaba paso al placer.


Sibila
Yo también me acuerdo: su berenjena tersa y morada quedaba rodeada por dos ciruelas. Nada hay más gracioso ni degradante para un tío que decírselo así de claro.

23 dic 2011

Aroma táctil

Si las yemas de mis dedos tuvieran papilas descubrirían el dulzor de su piel, se me hace inexplicable describir cómo se dilata cada poro para dejar penetrar su aroma abierto a la claridad. Dentro del probador el espejo devuelve su boca entreabierta y su mirada profunda, de un azul abisal.  El vestido le quedaba de maravilla, sólo yo pensaba en quitárselo.
Ella es mi lotería.



Durante su ausencia vi varios pornoshows decepcionantes y mientras en la pantalla se comían unos a otros yo me regalaba alguna caricia vaginal: un final casi feliz.  Necesitaba tocar, desmenuzar su boca, acariciar la seda de su pubis, olerla.
Cuál es el límite de días sin sexo? Tres? Siete por enfermedad con fiebre? Diez de viaje?
Sibila

17 dic 2011

Come in

Cuando llegues tienes café en la cafetera y el termo caliente intacto. Hay toallas limpias en el armario del pasillo. Te esperaré en la cama, sin nada, con luz tenue y música. Si estoy dormida deslízate dentro de las sábanas, sin decir palabra, que tus manos me alcancen, que tu aliento caliente mi nuca, tus dedos asciendan por mis curvas reptando por las colinas de mis caderas. Lamerás hasta hundir tu nariz en mi valle tropical.
Aceptaré tu llamada, desearé tu empuje. Una y otra vez, y otra y otra más.


Cabiria

11 dic 2011

Pasado cercano

Yolanda persiguió  algún militar que la desflorase, quizás buscando que le gustara. No hubo suerte. Fue una cadetera más. Así se hubiera llamado en Zaragoza.
Salía a cadetear, y cualquier rapado que parloteara con otro acento le servía,  cualquiera que oliera a recién duchado y rapado escrupulosamente. Ella llevaba la raya del ojo por fuera y los labios también. Aún no sabía usar el kohl.



Los rapados bebían rápido haciendo que el alcohol subiera deprisa. Varias metidas de mano en un portal, dos empujones y una sacudida larga en el wc. Así le fue a Yolanda, así he recompuesto yo su pasado, que intenta superar con silencios.
Durante meses me impidió que la agarrara de las caderas, ¿reminiscencias de qué?

Cuando la conocí su pecho vibraba debajo de una camisa negra brillante. Pensé que debía yo sacarla de aquel taburete, apartarla de los tíos que se la follaban y pulir su armadura de la Europa del Este. Me metí 40 euros en la nariz y me lancé al rescate.
Fueron muchas horas tomando café haciendo que su dedo alcanzara la posición erecta, orgullo de clase.
Sibila

8 dic 2011

Presente

Esta mañana me quedé observándola abrir la cama y aparecer desnuda debajo del plumas. Se oía el agua corriendo en el plato de ducha después de acariciar su piel clara de aloe vera, simple y suave. El espejo empañado desdibujaba su silueta brillante, lindo culo, su torso arqueado hacia delante y la luz de la ventana dando tridimensionalidad a sus piernas. Ella continuó su ritual de leche corporal.


- Como un pastel, a dentelladas.
- Quédate ahí, no tengo tiempo ahora.  Llego tarde.
Sibila

3 dic 2011

Pasado lejano

Yolanda volvió, sí pero ha tardado semanas en llamarme, estoy convencida de que ha sufrido un lavado de cerebro, de programación doble y super aclarado.
Supongo que trajo incluso olor a abono y un crucifijo pequeño entre la ropa. Oh, Dios y a quién me puedo quejar? Ella y yo que habíamos alcanzado la tech pura.
Llega no sólo desde un puñado de cientos de kilómetros sino desde bastantes décadas atrás, de ese país donde la leche es tan natural que se pudre en los baldes al borde de las carreteras.
Yo le digo y me digo que todo lo pasado fue peor, siempre. Punset dixit también.


Ha vuelto rotunda de cuerpo, terrenal y con la cabeza secamente hormigonada y unida a la tradición de su país. Le llevará y nos llevará tiempo volver a jugar con la sensualidad y dormir juntas varias noches a la semana.

Excavaré hasta encontrarla de nuevo, limpiaré su tosco caparazón, con guantes de seda retocaré su rubio, espantaré sus miedos y la haré reir.
Sibila