A los hombres no les gustan los lloros sino las vistas, el ojo masculino es erótico por excelencia. En el bus me miran, en el mercado me comen como si fuera una fresa hermosa.
Hinca el diente, tu lengua se desliza por mi piel recorriendo cada semilla, cada rincón, mi elixir derramado con olor a fruta fresca y calor estival.
Cúbreme de nata.
Sibila
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