Leo y releo una nota recibida cuya destinataria no era yo, pero el dolor intenso se repite, forzosamente me aferro a esa angustia para no olvidar qué tortuosa es ya nuestra relación.
Nada hay más delator que una respuesta así, delante de mis oídos: “hola, sí, estamos en la fila del súper”, mmm, claro, eso es. Claro y meridiano: el amante.
Encontrar un pelo excesivamente rubio en el respaldo del sillón de orejas, no podía ser mío.
Los espectros amantes bailando a mi alrededor, dejándome hecha trizas.
A veces los imagino con ella, encima de ella o ella encima de los fantasmas amantes. Yo siempre me colocaba fuera, observando la visión copulativa, viendo su cara sonrojada, desencajada por el esfuerzo de empujar e inventar una cara nueva hacia mí.
Sibila
sino te dejaran hecha trizas no serían amantes, ni tampoco espectros, son dos condiciones sine qua non para cualquier Casanova que se precie
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